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martes, 12 de julio de 2016

Acerca de los premios literarios

Se supone que esta entrada debería estar dedicada al último libro que hemos leído en el club de lectura pero me ha resultado tan horrendo que más que una reseña esto parecería una carnicería y tampoco me gusta cebarme con la gente. El libro en cuestión era una novela breve de 96 páginas que he sido incapaz de terminar. Se trata además de una novela premiada en un concurso local lo que me ha hecho reflexionar sobre este tipo de certámenes. Para empezar he llegado a la conclusión de que jamás podre ganar uno puesto que las obras se escriben a la carta y cuánto más les hagas la pelota a los organizadores mejor. Eso es a mi opinión, una manera de castrar el arte porque es muy difícil que fluya la inspiración cuando uno de los requisitos es que la obra esté ambientada en tal o cual pueblo o gire en torno a la cría de la cabra en alta montaña, por decir algo. Además, y este era el caso de la obra que hemos leído, documentarse no es explicar a tiempo real y metiendo con calzador todos los datos históricos que has consultado y escribir bien no es coger el dicionario y atiborrar las frases de palabros dialectales, específicos y arcaízantes. Para ambientar la obra en un lugar no debes tampoco (y esto es literal) coger el mapa de la zona y citar del tirón todos los pueblos de la comarca en la misma frase. Es una lástima que este tipo de iniciativas que serían buenas tanto para la promoción de los organizadores como para el despegue de autores noveles se acaben convirtiendo en encorsetados objetivos de francotiradores mediocres que luego alardean de tener un montón de premios que, a mi parecer, en realidad no merecen.

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